Rafael Escalona Martínez falleció este miércoles (13 DE MAYO) en la Fundación Santa Fe de Bogotá, a las 4:36 p.m., de un paro respiratorio después de varios días de hospitalización. Escalona entró por última vez a la clínica el lunes 4 de mayo. Padecía de cáncer, tenía débil el corazón y además una insuficiencia renal. Con su sombrero de ala ancha, su gabardina y corbata tenía a la vista de las visitas un aire siempre imponente. Incluso ya enfermo, en sus cada vez más breves convalecencias en casa, recibía a la gente tan elegante como en sus retratos.
No importaba que debajo del paño escondiera el algodón de su pijama de enfermo. Imponente fue siempre, aunque la voz se le apagara y se fuera dulcificando lentamente. A lo largo de los años y la enfermedad (tenía varias dolencias, un cancer una insuficiencia renal y, la más grave, la del corazón) la sabrosura de sus relatos -porque era delicioso oírlo contar sus anécdotas- cedía terreno ante la dificultad de respirar sin ayuda del oxígeno. Ya había tenido dos síncopes cardiacos en el 2007 y una vez se desmayó en un evento con vicepresidente a bordo.
Sus entradas y salidas de la clínica hacían que las citas con los amigos se vieran siempre en peligro de ser canceladas a última hora. Sin embargo, la amistad fue algo que alimentó la vida del compositor de la Elegía a Jaime Molina, que le compuso para cumplirle la promesa de dedicarle una canción si se moría primero. Por eso, a pocos meses de la muerte de su gran amigo Alfonso López Michelsen, su hija Taryn resaltaba que con López se le acabó de ir el alma.
Nacido en Patillal, el 27 de mayo de 1927, fue legendaria su amistad con el ex presidente López, que comenzó cuando Escalona era un adolescente y el político ya estaba muy mayor. En 1948,el maestro ya tenía compuestas varias de sus canciones clásicas. De esos años, finales de los 40 y comienzos de los 50, datan obras como La vieja Sara, El Testamento, La Creciente del Cesar, El Mejoral y El perro de Pavajeau. En todas ellas contaba las crónicas de su entorno.
Ser un cronista, un "periodista" de su región fue una idea que le vino a la cabeza siendo muy niño, según le dijo a EL TIEMPO en una entrevista reciente. Su padre, el coronel Manuel Clemente Escalona le enseñó lo que era una crónica, leyéndole el periódico. "Sentí que podía hacer lo mismo, crónicas, pero cantadas", dijo Escalona en su momento.
Sin embargo, no lo criaron para músico. Él era de la elite, sobrino de un obispo, orgullo que no escondió, como tampoco negó jamás que no aprendió a tocar acordeón porque no era para gente de su clase. "Cuando comencé a hacer canciones -dijo una vez- no había compositores vallenatos, sino acordeoneros. El acordeonero era un tipo analfabeta, el ordeñador, el mozo de la finca. Y yo irrumpí en ese mundo, por eso me crecieron tanto las orejas, porque por estar oyendo acordeoneros, mi mamá (Margarita Martínez) me tiraba de las orejas y me decía que eso era para los plebeyos".
Pero se las ingenió para que las canciones, inspiradas en el acontecer cotidiano que llevaba en la cabeza. conquistaran Colombia. "Se convirtió en el gran relator, en el notario de nuestra vida hecha historia musical gracias a su talento", escribió Consuelo Araujonoguera en el libro que le dedicó a Escalona. En él, la 'Cacica' apuntó que el maestro "hacía el canto memorizándose la letra y guardando la melodía en la cabeza, ya que no sabía escribir música. Y salía para donde Poncho (Cotes) a cantárselo. Este escuchaba atentamente la melodía (...) y luego la vertía en las cuerdas de su guitarra, para dejar lista la obra musical".
Así, sus canciones nacieron en guitarra y fue en ese instrumento que empezaron a difundirse. Entre 1947 y 1950, Guillermo Buitrago empezó a grabarlas, pero sin mencionar a Escalona, lo que creó confusión sobre la autoría de muchas piezas. Pero fue Cotes quien lo relacionó con los juglares Emiliano Zuleta (autor de La gota fría) y Toño Salas, con lo cual comenzó la difusión de sus cantos acompañados del acordeón. Y fue Nicolás 'Colacho' Mendoza, acordeonero humilde, quien tradujo la música de Escalona a sus sonidos del 57 al 75. Curiosamente, la música de Escalona tuvo un impacto inicial más fuerte en Argentina, anotaba Araujonoguera, en la voz de Alberto Fernández y el trío Bovea y sus Vallenatos.
Por su lado, Escalona se dedicó a la agricultura, al algodón. Y más adelante, por amistad con López Michelsen, se convirtió en su mano derecha cuando este fue primer gobernador del departamento del Cesar, en 1967. López, Escalona y Araujonoguera se convirtieron entonces en los fundadores del Festival de la Leyenda Vallenata, que tuvo su primera edición en abril de 1968. Un hecho que comenzó a elevar el estatus social del vallenato. También fue el autor de la canción de campaña de López a la presidencia de la República: "López el pollo, López el Gallo" y después fue diplomático: cónsul de Colombia en Panamá y pasó a vivir en el interior del país, reformando sus ropas de la provincia por los abrigos y las corbatas que se le vieron hasta sus últimos días.
Decía que dejó su región de origen por el whisky: "En mi tierra se tomaba mucho trago. Tenía que tomar con todo el mundo. Tomaba con el que quería y con el que no quería". Por lo mismo, el maestro pasó sus últimos días entre las clínicas y su gran casa en el barrio Santa Bárbara, de Bogotá.
No importaba que debajo del paño escondiera el algodón de su pijama de enfermo. Imponente fue siempre, aunque la voz se le apagara y se fuera dulcificando lentamente. A lo largo de los años y la enfermedad (tenía varias dolencias, un cancer una insuficiencia renal y, la más grave, la del corazón) la sabrosura de sus relatos -porque era delicioso oírlo contar sus anécdotas- cedía terreno ante la dificultad de respirar sin ayuda del oxígeno. Ya había tenido dos síncopes cardiacos en el 2007 y una vez se desmayó en un evento con vicepresidente a bordo.
Sus entradas y salidas de la clínica hacían que las citas con los amigos se vieran siempre en peligro de ser canceladas a última hora. Sin embargo, la amistad fue algo que alimentó la vida del compositor de la Elegía a Jaime Molina, que le compuso para cumplirle la promesa de dedicarle una canción si se moría primero. Por eso, a pocos meses de la muerte de su gran amigo Alfonso López Michelsen, su hija Taryn resaltaba que con López se le acabó de ir el alma.
Nacido en Patillal, el 27 de mayo de 1927, fue legendaria su amistad con el ex presidente López, que comenzó cuando Escalona era un adolescente y el político ya estaba muy mayor. En 1948,el maestro ya tenía compuestas varias de sus canciones clásicas. De esos años, finales de los 40 y comienzos de los 50, datan obras como La vieja Sara, El Testamento, La Creciente del Cesar, El Mejoral y El perro de Pavajeau. En todas ellas contaba las crónicas de su entorno.
Ser un cronista, un "periodista" de su región fue una idea que le vino a la cabeza siendo muy niño, según le dijo a EL TIEMPO en una entrevista reciente. Su padre, el coronel Manuel Clemente Escalona le enseñó lo que era una crónica, leyéndole el periódico. "Sentí que podía hacer lo mismo, crónicas, pero cantadas", dijo Escalona en su momento.
Sin embargo, no lo criaron para músico. Él era de la elite, sobrino de un obispo, orgullo que no escondió, como tampoco negó jamás que no aprendió a tocar acordeón porque no era para gente de su clase. "Cuando comencé a hacer canciones -dijo una vez- no había compositores vallenatos, sino acordeoneros. El acordeonero era un tipo analfabeta, el ordeñador, el mozo de la finca. Y yo irrumpí en ese mundo, por eso me crecieron tanto las orejas, porque por estar oyendo acordeoneros, mi mamá (Margarita Martínez) me tiraba de las orejas y me decía que eso era para los plebeyos".
Pero se las ingenió para que las canciones, inspiradas en el acontecer cotidiano que llevaba en la cabeza. conquistaran Colombia. "Se convirtió en el gran relator, en el notario de nuestra vida hecha historia musical gracias a su talento", escribió Consuelo Araujonoguera en el libro que le dedicó a Escalona. En él, la 'Cacica' apuntó que el maestro "hacía el canto memorizándose la letra y guardando la melodía en la cabeza, ya que no sabía escribir música. Y salía para donde Poncho (Cotes) a cantárselo. Este escuchaba atentamente la melodía (...) y luego la vertía en las cuerdas de su guitarra, para dejar lista la obra musical".
Así, sus canciones nacieron en guitarra y fue en ese instrumento que empezaron a difundirse. Entre 1947 y 1950, Guillermo Buitrago empezó a grabarlas, pero sin mencionar a Escalona, lo que creó confusión sobre la autoría de muchas piezas. Pero fue Cotes quien lo relacionó con los juglares Emiliano Zuleta (autor de La gota fría) y Toño Salas, con lo cual comenzó la difusión de sus cantos acompañados del acordeón. Y fue Nicolás 'Colacho' Mendoza, acordeonero humilde, quien tradujo la música de Escalona a sus sonidos del 57 al 75. Curiosamente, la música de Escalona tuvo un impacto inicial más fuerte en Argentina, anotaba Araujonoguera, en la voz de Alberto Fernández y el trío Bovea y sus Vallenatos.
Por su lado, Escalona se dedicó a la agricultura, al algodón. Y más adelante, por amistad con López Michelsen, se convirtió en su mano derecha cuando este fue primer gobernador del departamento del Cesar, en 1967. López, Escalona y Araujonoguera se convirtieron entonces en los fundadores del Festival de la Leyenda Vallenata, que tuvo su primera edición en abril de 1968. Un hecho que comenzó a elevar el estatus social del vallenato. También fue el autor de la canción de campaña de López a la presidencia de la República: "López el pollo, López el Gallo" y después fue diplomático: cónsul de Colombia en Panamá y pasó a vivir en el interior del país, reformando sus ropas de la provincia por los abrigos y las corbatas que se le vieron hasta sus últimos días.
Decía que dejó su región de origen por el whisky: "En mi tierra se tomaba mucho trago. Tenía que tomar con todo el mundo. Tomaba con el que quería y con el que no quería". Por lo mismo, el maestro pasó sus últimos días entre las clínicas y su gran casa en el barrio Santa Bárbara, de Bogotá.
EL FANS CLUB LAS CADERAS NO MIENTE EXTIENDE SU MAS SENTIDO PESAME.
No hay comentarios:
Publicar un comentario